jueves, 14 de abril de 2011

Escrito de un sueño

Aquí, la recopilación del texto entero. Lo voy a llamar al final provisionalmente "Escrito de un sueño".

I

No he vuelto a soñar más con él, ni con nadie. Sólo con el dinero esparcido en mi alrededor. ¿Acabaré como ese hombre materialista, conformista, mediocre, como aquellos a los que se aferra la burguesía actual? Tengo miedo. Miedo a quien realmente deseo convertirme. Miedo, no de ser rico, sino de serlo, y de no hallar más que un abismo. Vacío presurizado, asfixia. Descuento porcentual y chicos. Al menos quedan los chicos, y el sabor de mi farmacéutico preferido jugando en la bolera. ¿En la bolera? Era martes, fui con mi amigo Luis bajo un cielo de amalgamas rosas y castañas repletas de gusanos. Sin grandes planes por delante, vimos una peli. Después de contemplar una tela negra coloreada por actores catalogados como estrellas y diálogos surrealistas, nos pusimos esos zapatos que te dan un aire de payaso de centro comercial. Y entonces me topé con él.

II

Allí estaba, con esas piernas invisibles a través del mostrador de la farmacia, y ahora al alcance de la vista, de espaldas, vestido con unos vaqueros que se a ajustaban más peligrosamente conforme iba doblando las rodillas para precipitar la bola en la posición correcta. Se me hizo tan imposible no aplaudir de forma apoteósica cuando hizo un strike, que llamé su atención. Podría estar pensando: menudo idiota, en cambio, se volvió seriamente (dientes separados, mirada de ojos negros, y nariz chatita) para comprobar de donde venían los aplausos. Quizás imbuido por el trato social deferente de “el cliente siempre tiene la razón” esbozó una sonrisa y pronunció al fin las palabras clave: “Hola, ¿qué tal?”.

III

Si soy capaz de fijarme en aquellos vaqueros, en esas piernas, ¿de verdad sólo me importa el dinero? No, no solo me importan las piernas y el dinero… me gusta la literatura, y disfruto los domingos por la tarde cuando mi amigo Luis me cuenta los secretos profesionales de su consulta psicoanalítica. Me agradan muchas cosas, aunque solo sueñe con millones de euros ingresados en una cuenta bancaria, la mía.

IV

La realidad, poco a poco, se ha convertido en un pequeño infierno, el tema me obsesiona. Mi amigo me ha recomendado no pensar más, no seguir dándole vueltas. Pero yo nací con cuernos, es decir, taciturno por naturaleza. Cuando resulta que estoy apunto de no seguir pensando más en el sueño, cuando por fin me encuentro libre de conciencia, de saber que no iré el infierno, de ratificarme como buena persona y no dudar mas de mi honradez, cuando siento que todo el mal se diluye como colacao en leche, me alcanza la noche, y ésta me recuerda mi único sueño y temor: ganar la lotería. Me acuesto tiritando, con las manos puestas en la colcha y los ojos relajados tal como indica la cinta de autoayuda que me recomendó un compañero de trabajo. Los párpados caen mientras con todas mis fuerzas intento librarme de aquellos papelillos. Imposible. Por ello, la única alternativa que encuentro es el insomnio. ¡Qué ganas de padecer!

V

Al final, me he rendido, y he debido acudir a un especialista. Mi amigo Luis se negó a psicoanalizarme, se limitó a recomendarme un compañero de profesión. Enrique Gómez González.

VI

El despacho de un sicoanalista no tiene desperdicio en las películas: bolitas de relajación, diván, diseño austero, muebles de calidad y toda una serie de objetos que han sido catalogados de inútiles por los profesionales españoles. Claro, somos como ellos, pero a lo cutre. Allí no había bolitas y mares dando vueltas, sólo papeles bajo un bote repleto de bolígrafos y dientes de clínica privada costeados con el dinero de los desgraciados que entraban por la puerta de aquella consulta.

En un primer momento, bien:

- Buenos días – dijo él.

- Buenos días – contesté yo.

- Manuel Pizarro, ¿Cómo quiere que le llame?

- Sí, soy yo.

- De acuerdo, a mi me llaman Enrique, cuénteme que le ocurre.

- ¿Tiene hora? – No fue apropósito, quería asegurarme de que no me timara.

Después la cosa fue realmente mal. Enrique quería hacerme ver que el dinero no era tan importante. (¡Cómo que no es tan importante!) Entonces viendo la certeza de mi afirmación me preguntó por otras aficiones. Sin embargo, después de cincuenta y seis minutos transcurridos, salí mareado, deprimido, inútil, robado. Supongo que la estrategia consistió en la famosa terapia de choque pero a mí me funcionó tan bien que no he vuelto a ir.

VII

Hace unos días empecé a trabajar una idea que se le escapó al sicoanalista en su última y primera revisión: intentar recordar mi último sueño sin un centavo de por medio. Resultó fácil recordar ese momento mágico tan anhelado. Hasta llegué a escribirlo:

Hace veinte años, en un día indeterminado de instituto, la profesora de Lengua y Literatura faltó a clase. Mis compañeros empezaban a forjar una sonrisa risueña mientras los rayos del sol se colaban y bailaban por las mesas. Las hormigas daban a entender al mundo que nuestra profesora no volvería en mucho tiempo y que, dada la magnitud del desastre, habría que solucionarlo. Las voces de las niñas se mudaban de un lado para otro y las tizas dibujaron figuras obscenas en la pizarra gracias a la ausencia de autoridad que sufría la clase. Hasta que un aura de extraña realidad se apoderó de la estancia al tiempo que entraba un hombre mayor con bigote gris y pelo rizado. Sonreía como si le hubieran dado un premio Nobel, o como si estuviera a punto de contar un chiste muy largo. Al principio nadie pareció reconocerlo, pero yo, amante de la literatura estaba alucinado, patidifuso, inerme, muerto. Llegué a creer que le di una pésima primera impresión pues, cuando viró sus ojos hacía el pupitre donde estaba sentado, se topó con mi mirada perdida, una cara de bobo que le proporcionaron la información suficiente para catalogarme como el tonto de la clase, o al menos, el que no se entera de nada. Escribió su nombre en la pizarra y todos quedaron también inermes, pero no asombrados: ¡Nadie sabía de quién se trataba! Yo por aquel entonces sólo había leído cinco de sus novelas. Me alucinó aquella forma de describir un mundo repleto de personajes mágicos, las frases magistrales que parecían sonar al pasear mi lectura entre sus letras y el carácter primigenio de sus relatos. Quedé atrapado entre su universo y el aula, entre sus facciones y las portadas de los libros. Asido a un bucle de visiones que paró cuando el nuevo profesor comenzó a dar la clase. El tema versaba sobre los recursos estilísticos e inició la explicación de las anáforas. Su voz me raspó el oído: errónea y real, sin ningún nexo en común con su otra voz, la voz de sus escritos, me decepcionó. Sin embargo yo seguía manteniendo los ojos tan abiertos al dios que tenía enfrente que no advertid las notas de opinión de mis compañeros sobre el nuevo profesor. Al terminar la clase, que era la última, salieron pitando. El profesor se quedó elaborando una nueva lista con la que memorizar mejor los nombres de sus nuevos alumnos. Estos habían dejado el aula desierta, huérfano el silencio de papeles esparcidos en el recreo y una excepción, yo. Gabo alzó la vista y me observó como lo hacen las madres cuando deducen de forma irresoluta cual es el marisco fresco de las pescaderías. “Chico, te has tirado toda la clase mirando a las musarañas, ¿acaso te has enamorado?” Casi lo hago en ese mismo instante.

Solo que desperté de un sueño en el que aparecía Gabriel García Márquez.

10 comentarios:

Natàlia Tàrraco dijo...

No es mal sueño para el obsesionado con el dinero, pasar del vil metal al dios Gabo.
Esa terápia de escribir le resulta un alivio, puede tirar por ahí, soltar las palabras con los sueños.

Me gustó Juanma, tu estilo es pulcro y creativo en soluciones narrativas, me llevas de la mano, veo cosas, situaciones, diálogos internos y externos, recuerdos o chispazos de momentos. ¿Cobrará vida de nuevo este Manuel Pizarro? ¿Conquistará finalmente tu corazón pidiendo ser escrito?

En el tema Cruzadas no conozco otra peli que la R. Scott, me parece honesta en el tratamiento de los dos bandos, bien realizada, potente. C.B.de Mille dirigió hace siglos, jejeje, un bodrio infumable para más gloria del cotarro cristianoide, ni mirarla. Otras tocan el tema de refilón, como Robin y Marion, de R. Lester, un Robin Hud veterano, crepuscular, história de amor sublime, en ella sale el final de la tercera Cruzada, poco, pero con una versión creible del alucinado Richard Corazón de León, buena peli de aventuras y algo más...

Besito.

Juan Manuel Rodríguez de Sousa dijo...

Hola Natàlia, muchas gracias por seguir esta breve crónica.
Me ponen coloretes tu halagos, jaja, ayuda para ponerse la pilas, y así que gracias de nuevo.

Lo único autobiográfico es el sueño con Gabo, tuve ese mismo sueño hace unos años y por eso lo escribí. Por eso se me ocurre que Manuel podría ser un alterego mío que se dedicara a contar, escribir mis sueños. No estaría mal, lo pensaré.

Y a mí me encantaría hablar de R.Scott es un post que le voy a dedicar, porque se lo merece y porque curiosamente está infravalorado por eso de "hacer superproduciones hipercomerciales" pero que muy pocos (los genios) saben hacer mejor que él.

Es curioso que no haya grandes superproducione acerca de las cruzadas, habrá que realizar un estudio.

Me apunto la de Robin y Marion, y miraré la de C.B de Mille, jaja. Si encuentro algo interesante, te lo comunico.

Besis

Juan Bernardo montejb dijo...

Hola Juan Manuel. Excelente post, al cual he llegado por medio de tu comentario en el blog de Mark de Zabaleta. Gracias por tu inesperado regalo que guardaré con celo hasta que el destino nos ofrezca una cita.
Me he incorporado como amigo y te incluiré en mi blog.

Un abrazo
Juan Bernardo montejb

Juan Manuel Rodríguez de Sousa dijo...

Muchas gracias, Juan. Y de nada, seguro que algún día coincidimos.
Por cierto, no puedo acceder a tu perfil, así que encontraré tu blog a través de google.

Otro abrazo,
Juanma

Mark de Zabaleta dijo...

Me gusta el título de "Escrito de un sueño", aunque tal vez con esto de la crisis económica tengas que volver a cambiarlo por "antología de mis pesadillas"...es broma!

Saludos
Mark de Zabaleta

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Me ha encantado tu cuento, sobretodo la parte del sueño en que garcía Márquez sustituye a la profesora, ¡madre mía! vaya pribilegio, cuanto se puede aprender de ese hombre, por ejemplo aprender a crear esos universos un poco surrealistas que nos hace sumergirnos en él y dejarnos llevar por todo lo que allí pasa.
Por cierto me he leido tu relato del Crack "La farmaceútica del tutú rosa". Me imagino personajes como éste en la cola del INEM, no se si le contratarían pero se divertirían un montón. Me ha gustado, tienes un estilo muy original.
Un beso

Juan Manuel Rodríguez de Sousa dijo...

Mark, tendré en cuenta el título, jaja, aunque si se convierte finalmente en una Antología, no sabré ya si decidirme por las pesadillas.

Carmen, muchas gracias por leer mi cuento del Crak, yo también leí el tuyo, y me impactó el final.

Sí, un auténtico privilegio, creo que lo mándé al foro del desván porque para mí fue un sueño alucinante.

Saludos,
Juanma

pichiri dijo...

La verdad Juan Manuel, soñar que se tiene mucho dinero es agotador, por lo menos en lo que a mi se refiere, ya que si despierto sobresaltado por la euforia, tengo garantizado el insomnio, haciendo calculos sobre la forma en que lo repartiria. Nadie me creerá si dijese que yo he repartido cientos de millones de las antiguas pesetas, pero te aseguro que cuando lo hice me sentí muy bien. Quizás si tu hicieras lo mismo, aunque volvieras a soñar no te verias en ese "vacio presurizado" que te asfixia, y te darias cuenta de que siempre es mucho mejor tener que desear.
Estoy, en casi todo, de acuerdo contigo en cuanto a Garcia Marquez. Sus comentarios para el diálogo y sus criterios linguisticos y su ineducada forma de tratar a sus admiradores, no van en consonancia con esas frases nagistrales" de las que hablas en tu sueño, que no son otra consecuencia que la de permitirse describir "un mundo mágico", sin pies ni cabeza, sin tener que sujetarse a nada ni a nadie, porque todo; el paisaje, los personajes, los animales y de ellos, sus propincuas hormigas; no tienen nada que ver con la realidad, aunque forjen su realidad misma, en la mente de quienes se dejan llevar por esas fantasias nacidas de su elucubración, de igual modo que tu te permites, "porque estás en un sueño", describir "un cielo de amalgamas rosas y castañas repletas de gusanos", quizás para hacer comprender al lector el cacao mental que estás atravesando en tu sueño y alguno de tus seguidores juzgue esa frase como magistral, por la elevada admiración que pueda profesarte.

Juan Manuel Rodríguez de Sousa dijo...

Pichiri! Cuánto tiempo!

Pues sí, por cierto, cuando vuelvas a repartir, avísame que yo estaré preparado para recibir unos cuantos miles de euros!Es broma!

Por ahora no he tenido la suerte de repartir tanto dinero,simplemente por lo que no lo tengo, y tampoco es que me piense mucho en obtenerlo, sino en vez de estudiar Historia y dedicarme a la literatura estudiaría Económicas (que se me da muy bien) y cubriría mi tiempo libre en hacer un cursillo más productivo (económicamente) que apuntar en talleres literarios.

Pues aunque en la parte del sueño intenté hacer alguna frase onírica y magistral de Gabriel García Márquez, la verdad es que no lo conseguí.
Y si embargo dices que te ha llamado la atención "ese cielo de amalgamas rosas y castañas repletas de gusanos" frase que está "fuera" del sueño. No sé, para mí no es una pieza especialmente "retórica", así que pensando un poquito he podido deducir que:

1) En mi familia se utiliza comúnmente la palabra amalgama,
2) Mi miedo irracional a las castañas con gusanos,

En fin, en dónde sí quería que se impregnara más el alma de Márquez y de un sueño es en la última, y las hormigas, protagonistas de su Cien Años de Soledad son una señal para el que lector fuera adivinando.

Por lo demás, el cuento no es un cuento, ni sé lo que realmente es, por ello lo publiqué por aquí, para a ver qué me decían personas como tú. Lo que sí sé es que está gustando más de lo que yo pensaba, así que a lo mejor publico más cosas así que tengo estancadas y que nacen de y mueren sin poder darles antes la forma que el mundo nos impone.

En fin, saludos, he intentado corresponde a inmenso comentario.
Saludos,
Juanma

GESTALTMAR dijo...

Podría "enrollarme" para decirte esto: me gusta tu sinceridad en la forma de escribir y de tu sentir, sueño o realidad ... en definitiva inquietudes, miedos, sentimientos ... tan humanos que nos acercan a todos. Me llega emotividad en tus escritos (deformación profesional: me encanta aquello que me hace sentir aquí y ahora, mientras lo leo), lo que "me deja fría" no me llega.


Un saludo sincero.