jueves, 20 de octubre de 2011

La acera del medio

No recordaba ni la contraseña. Sigo vivo, todavía dando coletazos y perfilando mi nueva línea editorial. Si algunos directores de cine dedican años enteros en producir películas que parecen un McPollo a base de documentales geodésicos de la 2 y episodios perdidos de Hermano Mayor, supongo que estoy en el derecho de callar durante meses y no decir ni pío para luego soltar esta mierda de post. Pero debéis comprenderme, cada vez que me pongo a escribir un artículo serio me salta la vena lírica o me salen sarpullidos políticos. Y lo que es peor, redacto enormes ronchas filosóficas y otras protuberancias autobiográficas que contienen miles de palabras inútiles y que acaban debidamente en cuarentena en la papelera de reciclaje. Por eso, estoy esperando a aclararme el coño. Hasta que lo haga, no sabré que acera coger, si la de enfrente, o la otra. Como mucho, si algo malo me ocurre con esta duda existencial es que, quizás, opte por la acera del medio.


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