martes, 11 de agosto de 2009

Autorretrato y reflexiones de egocéntrico (2)

 

Segunda Parte

El cine, la música y otras cosas

P1010025

(Para leer la Primera Parte pincha aquí)

No sólo la literatura me salvó de las horas suicidas, sino también el cine. Soy tan inconstante, que podría ver tres películas diarias durante una semana y no terminar una novela corta en más de un mes. Es mi mayor defecto y virtud. En realidad, es mi pareja eterna, aquella de la que nunca podré librarme. Soy inconstante pero tengo algo que la contrarresta: la paciencia; aunque hasta en esto me muestro inconstante. Puedo llegar a ser la persona más inquieta, la que no aguanta la espera de una cola para recoger un helado McFrury y la que, de repente, está dispuesto a esperar sentado en el autobús durante dos horas y con la mente en otro lado. Al otro lado del mundo. Me gusta reírme de la muerte. Llorar ante la alegría forzada o los sueños rotos asumidos con tristes sonrisas. Me gusta pasear y fijarme en las cosas que brillan, en los aceites de los talleres o en los escaparates capitalistas. Comprar libros, cosas antiguas. Investigar bibliotecas Caminar. Examinar el estado de los embalses todas las semanas. Leer periódicos. Mirar la bolsa, ¿para qué, sino tengo acciones? Engullir chocolate, Lacasitos, huesitos y Kitkat acompañados de Cocacola Light mientras escucho mis canciones favoritas. Me gusta pensar que mi gato entiende los versos que le escribo. Me gusta la música. Mejor, me desangro en ella como un gilipollas. El germen y lo onírico de mí lo hallo en el jazz y el blues (por eso de la inconstancia); la vida entera se me va entre el pop y el rock. La debilidad de mis raíces engarza con el flamenco y la copla. En la variedad de mis risas y vergüenzas ajenas ante lo comercial y decadente se encuentran algunas delicias nada deleznables; mi límite de escucha se sitúa en el rap; el horror solamente lo encuentro en el reggaeton. Bueno, horror no, más bien dolor de cabeza. Aunque al final las influencias perniciosas de los amigos y compañías me dejan a Mozart reservado en el sótano inescrutable al que nunca voy. Y Bruce Springsteen me lo encuentro en cada esquina de mi casa. Creo que he tenido sueños eróticos con él. Aunque tampoco estoy seguro si he corrido con esa suerte.

Me encanta la lluvia y los paraguas. De chico me daba igual mojarme hasta las pantorrillas, ahora me encharco como un cerdo no haciendo caso de la sociedad homogeneizadora. O quizás haciéndole demasiado caso. Los paraguas los utilizo para abrirlos en mitad de la casa y poner a mi madre atacá de los nervios. Odio el calor, ese calor veraniego que te entra hasta el alma quemándola y dejando tan solo desechos negros que no te permiten salir, ni pasear, ni ver a los amigos, ni escribir, ni leer; sin las ganas de asesinar al que apagó el aire acondicionado antes de irse pensando que tú no estabas en casa. Ni siquiera eso. Qué triste. Qué triste puede ser el calor.

 

Quizás el cine fuese algún antídoto contra ese ardor, esa autodestrucción. El problema de este (el cine) es que deja anulada la imaginación prestándosela al instante al director (o al guionista, o al intérprete, o la madre del cámara) que te maneja como una marioneta. Sólo la posterior interpretación da lugar al pensamiento inventado, porque el resto es tragar lo que te dicen y punto. Así que uno sólo tiene derecho a opinar sobre lo absorbido en la película que ha visto sobre el ordenador, o después de pagar la entrada de cinco euros en una sala de cine. Es mi pasión más arrebatadora, veo tanto cine, que a veces mi mente se colapsa entre las imágenes, pero es lo que hay, me encanta. Mis últimas averiguaciones me han proporcionado pistas a cerca de por qué me gusta tanto. Es sencillo. Es el medio por el cuál mi mente descansa, allí no hay entrenamiento cerebral, ni siquiera una mínima ilusión recreada por mí, sólo se encuentra la pantalla y yo. Si después decido escribir una crítica o una reflexión, eso es cosa aparte. Normalmente no lo hago, porque sería imposible escribir sobre todo lo que veo. Opinar sobre el cincuenta por cierto de mis horas dedicadas al ocio resultaría un aburrimiento. Como opinar sobre uno mismo, errático y poético al mismo tiempo, como en este mismo texto donde intento condensar una vida (aburrida) en tres metros de madejas letradas. ¡Qué patético, qué espejismo!

7 comentarios:

M.A dijo...

Uaaaaau, chico. No he parado hasta terminar de leer el texto. Tienes una forma única de deslizarte entre líneas, contar al ritmo de una canción, porque entonas bien las notas. Se te oye, se te comprende, se te admira y se te quiere.
En estos escritos te voy conociendo mejor, de manera que no se te ocurra decir que son pat... Hay que soltar, escupir, contar, decir, morder... lo que quieras, pero por escrito, que es lo que mejor se te da.
Un abrazo, Juanma (te dejo unos chocolates pero te los comes con paciencia, como cuando vas en autobús).

Juan Manuel Rodríguez de Sousa dijo...

Gracias Mercedes por el comentario, a veces viene bien un subidóncillo de moralilla literaria cómo tú sabes dar. Eres un encanto.

Un beso,
Juanma

PD: me los comeré con paciencia, saboreando hasta la última onza.

MARU dijo...

Si, bribón. Sabes que dominas la riqueza dialéctica...Efectivamente, un poco egocéntrico, un mucho extrovertido, y rico en matices.
Un encantador de serpientes.
Magnífica prosa, fluido vocabulario.
Te seguiré, has despertado mi curiosidad.
Gracias por tu visita.
Somos una pareja discordante, pero que puede llegar a entenderse.
Nos separan muchos años, mucha vida y un estilo distinto.
El que dan los años.
Mis caminos son más rectos, más cortos.No es ningún mérito, ni demérito, es el camino de la vida.

Un besito, rapsoda.

María dijo...

Hola, es la primera vez que voy a dejarte un comentario. He de decir que me ha encantado tu post, tienes música. Tu aficción cinéfila la comparto al 100%. Además es una fuente de emociones que si la dejas que entre en tí te llena de imágenes y enriquece.
Me gusta.

Juan Manuel Rodríguez de Sousa dijo...

Gracias Luna y María por los comentarios. YA nos iremos conociendo.
Un beso a las dos,
Juanma

Felisa Moreno dijo...

Hola Juanma,
Ha sido un placer conocerte un poquito más, así por dentro, en voz baja.

Y lo ha sido no sólo por lo que cuentas, sino como lo haces, se nota cada día tu evolución en la escritura, vas avanzando, madurando, sin perder ni una chispa de imaginación. Así que sólo puedo animarte a continuar, eres tan joven, te quedan tantas cosas por hacer...

Un abrazo.

Juan Manuel Rodríguez de Sousa dijo...

Gracias Felisa por esas palabras,
un beso,
Juanma