Quizás usted, esté familiarizado con el sujeto que voy a describir: la suegra. Para empezar la suegra es la madre de su novia o novio. Su novio o novia, o mujer y marido es aquel individuo con el que usted contrajo matrimonio delante de un obispo. No confundir con la “querida o amante” que es el otro individuo indispensable con el que usted pasa algunas noches y seguramente le gustaría pasar más. Teniendo en cuenta estos preámbulos, diremos que la suegra es un ente que normalmente va vestido a la moda de las revistas del corazón, o por el contrario, va siempre de un negro pulcro que explica su sentido padecimiento ante la muerte del marido. Aún así, le diré, que las suegras son especialmente reconocibles. En las reuniones familiares siempre miran de reojo al yerno o nuera (o sea a usted) siendo esta mirada inconfundible; no necesita más ilustración para saber de quién se trata.
Pero este manual de instrucciones prometía cómo acompañar a una suegra sin más ayuda y compañía que la nuestra. Empecemos. Primero usted debe ir preparado, y esta preparación consta de una formación “clásica”. Durante al menos, una semana, dedíquese por entero a ver los programas de Ana Rosa quintana, Aquí hay tomate, El diario de Patricia, las telenovelas de la primera… Es imprescindible Salsa Rosa y estudiar con detenimiento las recetas de Arguiñano. Deje de comprar su periódico deportivo, para optar por revistas tan prestigiosas como DIEZ MINUTOS, HOLA, LECTURAS o SEMANA. Es importante leer detenidamente la prensa, estar atentos a los consejos de moda, decoración y esteticismo que seguramente su suegra conocerá al dedillo, pero que en la práctica aplicará igual que una brocha desdoblada. Asegúrese de sonreír mucho, con los labios retorcidos hacia arriba, pero sólo durante tres segundos. Cuando ella hable de sus problemas asiente muy seriamente con la barbilla, frunza el cejo, y agite la cabeza como si fuese lo más grave y desconsolador que le haya pasado a alguien en su vida. Ella se lo agradecerá. Siempre debe dejarla pasar primero, uno debe comportarse como un gentilhombre. Intente reírse de todas sus gracias, lo que es lo mismo a reírse de nada. Por eso usted debe estar muy atento en detectar un cambio de noto que revele que está contando un chiste, entonces, usted debe desternillarse. Intente vestir decentemente, a poder ser con la ropa planchada, sin enseñar mucha “carne”, pues esto, perturba fácilmente a las suegras. Ir bien afeitado. Con dinero porque las muy capullas son caras de cojones. Portar aspirinas, ansiolíticos, calmantes… Cuando el fin del acompañamiento esté acaeciendo, intente quedar con ella una segunda vez, insista. Ella creerá que tú la adoras o que quieres ganarte su favor. Para ella es casi lo mismo. Y despídete con un beso, y a ser posible un abrazo. Después, con la mano de lejos, esboza el adiós con la palma, tal y como lo haría un plebeyo a su reina. Todo ello servirá para que su suegra no intente matarle, aunque le odie –eso es inevitable-, no tendrá motivos para hacerlo y por ende, demostrarlo. Incluso si tienes suerte, no hablará de ti.
Escrito por Juan Manuel Rodríguez de Sousa,
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